lunes, 19 de julio de 2010




ESTE TEXTO NO ES MÍO PERO HABLA DE ALGO MÍO

La 0.3


Todo cambia, y la semilla del cambio cambia también. Viernes dos de julio de 2010, Serrano y Honduras, Bar El Taller, un gol de unos africanos en la pantalla gigante contra Uruguay, me llevan a comentarle a Gustavo algo acerca de la modernidad observada en el bar… Con cierta congoja me comenta “No va a durar mucho, en dos meses nos vamos, Eugenio Ramirez vendió.” Los jugadores en la pantalla de alta definición se ennegrecen, se enturbian, se esfuman. El paso del tiempo me juega una mala pasada; lo que fue ya no será, el ícono que se erigió en la esquina de Serrano y Honduras, plaza Cortázar (entonces plaza Serrano) ya no estará. Me quedo sin casa, la que ya no era mi casa pero era como la casa de nuestros padres, a donde siempre podemos volver, el lugar donde la seguridad estaba en la quietud.
Allí, en el Bar El Taller, por 25 años todo fue igual, colorido. Jorge Hampton y Emilio Rivoira diseñaron y construyeron ese bar que fue como la punta de un iceberg. Allí surgió todo. El gris Palermo de Borges ya no estaba más, se iniciaba la era del reciclaje, la recuperación de la historia desde el lugar de la conciencia.
El espíritu se va, por que el Bar El Taller es el epicentro de la cultura palermitana. Pasen y vean en dos meses lo que será; y yo, que comencé mi vida como fotógrafo, me encontraré sin imágenes y recurriré a las palabras, que son la sombra de aquellas imágenes, los momentos que no fueron documentados, porque en El Taller el tiempo era eterno, se había erigido como la columna de Trajano contando la épica historia de Palermo. Todos pasaron por sus mesas de pino clavadas a lo bruto, desparejas, desencoladas, cálidas; la cerveza y el maní sin cáscara, sin maquillaje, eso era el bar, un espacio de adentro para afuera, donde la estructura inicial se mantuvo siempre. Una pared naranja, una tarima desvencijada donde cientos de músicos comenzaron su historia, la foto de Sara Facio de Cortázar con el cigarrillo siempre encendido. Eugenio se cansó, quiere pintar, vió la oportunidad y la agarró del cuello. Y ese cuello es también mi cuello: una garganta que quiere gritar y no puede; allí comenzó la mejor historia de mi vida, allí íbamos a tomar cerveza con naranja con María Luz, debajo de la glicina en verano. Trascurrieron eternas charlas sobre las penas y las alegrías humanas. Allí nació de la amistad mas profunda, el amor más profundo, pero mi historia, estoy seguro, no es solo mi historia… es la de miles que amaron, odiaron y reflexionaron en sus mesas sin tiempo. La mutación es grave, ineludible. Todos los negocios y los bares que existen en Palermo no habrían visto la luz sin el lucero que fue el Bar El Taller, sin esa primer estrella a la que seguir, hoy el original se va… Quedará la copia, y la copia de la copia.
La esencia del Palermo que conocemos se va, los palermitanos que son la cruza del psicobolche y el posmoderno se quedan sin padre. Quedará una madre sola también cansada, por que los posmodernos también se van; y quedará la cáscara, el pellejo.
Se instalaron las marcas y la confección de autor quedó confinada a unos abigarrados percheros; la bohemia también se fue y el gran shopping a cielo abierto abre sus puertas a los turistas, confundidos, engañados.
Tal vez sea solo un rumor y los compradores mantengan viva la llama votiva, pero no lo creo, Argentina perdió 4 a 0 contra Alemania, no se si será por goleada pero las cartas están echadas y no habrá tiempo suplementario.
Ahora queda la posta para reinventar otro Palermo en otro lugar de Buenos Aires, porque la vida es cambio y solo en ese mutar esta el crecimiento. Deberíamos agradecer a Eugenio la potencia de sus convicciones, y tomar la posta. Y rehacernos gracias a los que en su momento embanderaron los colores de lo posible.


www.bastadedemoler.org

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1 comentario:

  1. Muy buen texto.. me comentaron sobre este bar..Yo soy de Córdoba y estoy parando en el sheraton Buenos Aires y cuando salí a recorrer bares con mis amigas unos chicos que conocimos nos contaron sobre esto..
    la verdad que triste después de tantos años y de toda la vida que este tenia.

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