lunes, 6 de abril de 2009

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El "no porque no" convierte al psicoanálisis en un bisturí oxidado.
En esta serie con videos que aquí inicio
apenas un intento de asomarme a la cuestión.
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Serie con videos
"¡EN EL CONSULTORIO NO!"
Mandamientos difundidos.
Sin debate concebidos.


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"No serás autoritario con tu paciente"




Dos mujeres se odian y conviven.

Consultan porque no soportan tanto malestar.

El terapeuta halla el modo de hacerles entender que la intolerancia es un escupir hacia arriba.

Veamos:

(el siguiente video pertenece a una instalación de Lynda Abraham (*), gracias a la espléndia ironía de sus máquinas utilitaristas me permití imaginar la situación expuesta)






¡¡Qué feíto, ¿no?!!.

Uno se apura a decir: ¡lejos está de lo que un psicoanálisis podría proponer!.

Sí... ¿pero es tan claro en dónde está la diferencia?.

¿?

¿En las formas?.
Mmm... No son las formas las que definen hacia dónde apunta una cura: la dirección de otro tratamiento, aún con modales libres de fascismo, bien podría ser la misma.


¿En que no usan la palabra?.

Mmm... Su uso tampoco definiría hacia dónde apunta un tratamiento: él se puede limitar al uso-de-la-palabra-y-nada-más-que-la-palabra... y aún así mantener una dirección que nada tenga que ver con lo que el psicoanálisis busca curar.





La diferencia
está en que la lógica de este tratamiento que Lynda Abraham ironiza en su video, se basa en que el paciente haga carne un conocimiento sobre lo que le hace mal y lo que le conviene.

¿Para qué?.
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Para que luego,
cuando en la relación con la otra mujer "las papas vuelvan a quemar",
recuerde lo aprendido.

(si la letra entró con sangre,
o con palabras bonitas, o con agua en los pulmones,
no es el asunto central aquí)



Si algo enseña la vivencia de un análisis
es que,
cuando las papas queman,
el problema no está en
no poder recordar lo que nos conviene.

Lejos de ello, el problema está en

no poder parar de recordar y recordar y recordar


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¿Por qué es ése el problema?.

Porque una vez curada
(gracias al efecto cognoscitivo)
la insistente intolerancia de estas chicas,
lo que en algún momento sucederá es
una pasión similar a la que las trajo a tratamiento,
ahora desplazada
y encarnada
en un insistente y quizás tan silencioso como torturante
"te tolero, te tolero, te tolero, te tolero, te tolero, te..."


Freud lo vislumbró con el correr de su obra,
Borges lo poetizó con Funes el memorioso,
Lacan lo puso en blanco sobre negro:
el único límite del recuerdo es
que el recordar no tiene límites
Apostar al recordar,
es apostar a la máquina autosuficiente más aniquiladora.

Por ello la clave de la cura analítica no está en reflotar vaya a saber qué recuerdo.

Más bien habrá que buscarla por el lado de la transferencia.



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Nota al lector en general: estas últimas líneas pueden regarse con la película "El efecto mariposa"

Nota al lector interesado en literatura psicoanalítica: acaso todo lo aquí desarrollado no sea más que un efecto de lo trabajado en el último tiempo con los grupos de estudio alrededor del seminario VII de Lacan. Sugiero seguir en ese libro los ecos de estas líneas, con un posible epicentro en sus páginas 268 y 269 de la edición de Paidós


(*) He aquí el sitio de la neoyorquina Linda Abraham. ¡Salud a su obra!: http://www.lyndaabraham.com/

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sábado, 4 de abril de 2009


Serie con videos
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"¡EN EL CONSULTORIO NO!"
.
Mandamientos difundidos.
Sin debate concebidos.

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"No dejes que no recuerde"


Suele pensarse: "un psicoanalista no debe descansar hasta lograr que el paciente procese, elabore, "digiera" ese recuerdo traumático que lo atormenta desde hace tanto".

Pero...

(hagan la prueba, como analistas o analizantes)

a poco de abrir la oreja, se verifica, una y otra vez, lo siguiente:

la escena que el paciente recuerda hoy, ya había sido recordada ayer pero distinta. Y mañana la volverá a recordar en aún otra versión y así otra más pasado mañana y todavía otra más pasado de pasado y ...

De allí proviene la tentación de pensar que el recordar en psicoanálisis es como un viaje al centro de la tierra (o al centro de una cebolla): la suposición de que llegará un día en el tratamiento en que, atravesadas todas las capas, habrá de llegarse a una suerte de núcleo a extirpar (y así curar al paciente).

Pero...

¿y si no hubiese núcleo ni profundidad alguna en la que sumergirse, sino una pura superficie en la que los recuerdos se deslizan al infinito?.

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¿Qué viraje implicaría eso en el modo de escuchar a un paciente?.


Apurarse a responder sólo sería esconder el problema.

Mejor insistamos aún un poco más en él:


¿Han visto "El efecto mariposa" (1)?


(si tu navegador no te lo permite ver podés verlo con un simple clic aquí:

o instalar los plug in de Adobe Flash)


Quien oportunamente la haya visto, acaso ahora haya sentido cierta extrañeza:

es que acaban de ver un final diferente al original de la película.

Es uno de los cinco finales que los directores decidieron filmar (2).

Quizás esa decisión haya estado influenciada, aunque más no sea de un modo inadvertible para ellos mismos, por lo que voy a postular a continuación:


Los invito a mirar, o volver a mirar, toda "El efecto mariposa" desde esta óptica:
el único límite del recuerdo
es que el recuerdo no tiene límites.



La historia en el film gira alrededor de Evan, el muchacho que ven en estas imágenes, quien ha vivido traumáticamente ciertos episodios de su vida. La rubia con la que aquí lo ven cruzarse, Kayleigh, amada por él, ha participado de esos episodios traumáticos.

Toda la película se dirige hacia los intentos de Evan de tejer una trama de su pasado que lo deje más tranquilo. Una y otra vez cambia y recombina recuerdos... pero el malestar persiste una y otra vez.


(éste tampoco es el final original)
(si tu navegador no te lo permitió ver, hacé clic aquí)


Como sea, más allá del argumento que la sostiene, lo que sucede en la trama es que el conjunto de los recuerdos nunca termina de constituirse, siempre hay uno más por venir: su cierre fuga al infinito.

Por cierto, cuando algo de esto sucede, se suele apelar a un modo de "cerrar el círculo" de los recuerdos. Si ahora nos apoyáramos en la tan mentada teoría de los conjuntos podríamos explicarlo (3). Temo que ello exceda el alcance de este espacio (pensado para producir disparadores de preguntas). Baste por ahora con apuntarlo.

Sin embargo no pasaremos por alto que la película produce, como puede, esa operación de cierre (acaso, quién sabe, aquella multiplicación de finales responda a cierto sentimiento de cierre fallido, como si el juego que los guionistas de la película le hacen jugar al personaje de Evan los haya tomado a ellos mismos):

La idea que orienta a los guionistas es que Evan podrá hacer pie en su vida, recibirse de psicólogo y etcétera, etcétera, en la medida en que finalmente pueda decir "he aquí el conjunto de todos los recuerdos de lo que me ha pasado".

Es decir: una vez que el conjunto se cierre.

Y Evan ya no necesite seguir intentando recombinar recuerdos.

¿Y cómo se produce dicho cierre en la película?,

¿cómo se detiene esa suerte de hemorragia de recuerdos?:

EXCLUYENDO un recuerdo de la batería.


Sugiero ver el final oficial de la película con esta clave.

He allí una pista para seguir pensando el problema freudiano de la compulsión a la repetición, más allá del sesgo fantástico del argumento del film (4).


Hasta la próxima.

Guillermo Cabado

(1) Película de Bress y Mackye Gruber. A mi juicio sin mucho valor artístico, pero provechoso mapa donde poner a jugar el cómo produce Lacan la red de significantes a partir del planteo freudiano de la compulsión a la repetición (wiederholung zwang).

(2) Al respecto pueden ver el siguiente reportaje a los directores en: http://www.esmas.com/espectaculos/cine/370591.html

(3) Invito a leer sin prisa, entre escena y escena de la peli, las páginas 75 y 76 del Seminario XI de Lacan (versión Paidós). Bastará con que donde Lacan dice "reserva de indios" ustedes, en la lógica de "El efecto mariposa", ubiquen a la rubia Kayleigh.

(4) En el contexto de trabajo de "Lacan con cine" suelo proponer un sereno recorrido que cruce el famoso cuento de Edgar Allan Poe, "La carta robada" con una secuencia de películas que bien pueden ayudar a pensar este planteo paso por paso: "¿Qué hora es?" (Ettore Scola) -> "La sociedad de los poetas muertos" (Peter Weir) -> "Como agua para chocolate" (Alfonso Arau) -> "El efecto mariposa" (J. Mackye Gruber y Eric Bress)



viernes, 3 de abril de 2009

Entonces




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