domingo, 25 de julio de 2010

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(anoche se abordó en el Senado argentino la temática del matrimonio entre personas del mismo sexo y la temática de la adopción de niños por parte de esas parejas)



EL PROBLEMA NO ES

(5 estaciones rápidas, tras el debate en Senadores)

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"El problema vital es el alma,
el problema es de resurrección,
el problema, señor,
será, siempre, sembrar amor"
(Silvio Rodríguez)





Practico el psicoanálisis desde hace 20 años. Son más las cosas que ignoro sobre los vericuetos del deseo que las pocas que puedo balbucear. Estas líneas son un entramado de disparadores (cada planteo requeriría de precisiones y desarrollos que exceden mi objetivo aquí). La trama, inconclusa y en 5 estaciones, aguarda del lector que guste hacer su propia apuesta.


(de la fotógrafa Loretta Lux)


1- Papá y mamá

Hay papás y mamás de la biología. Los cientos de casos de chicos en hogares de menores, judicializados, etc., son un ejemplo, sólo uno, de que el problema de un papá y una mamá para un niño feliz, no se resuelve en el piso biológico.



2- F(x)... "¡Vos no sos mi padre pa' pegarme!"

F(x), ¡cuántos recuerdos de infancia!, es el modo en que en matemáticas se escribe "función".
Ya fuera de la biología (aunque ella recibe sus efectos) hay funciones que se constituyen en la cultura: la función paterna y la función materna.

Dejemos para otra ocasión el asunto de si acaso su ejercicio podría enseñarse (ay con la pedagogía en estos asuntos...). Concentrémonos en que ambas son un modo de funcionar en la relación con otro. Y que ambas interactúan, como en una suerte de pinzas.

La función materna (insisto: esto no es más que un disparador, con su inevitable trazo grueso) es ese modo de funcionamiento con el otro en el que se le dice lo siguiente: "vos, sos LO MÁS".
Rápidamente aclaro: en general la frase está presente pero "invisible", latiendo en diversas acciones, físicas o verbales, dirigidas al otro.

La función paterna es ese modo de funcionamiento con el otro en el que se le dice "vos me importás muchísimo, pero SOS UNO MÁS; vamos: ¡a volar al mundo y a sus reglas-para- todos!". También lo mismo: frase muda que vertebra diversas acciones dirigidas al otro.

Esas funciones se repiten una y otra vez, inalterables. Lo que varía es la frecuencia, las circunstancias y tantas otras cosas entre las que fundamentalmente está la variable del agente. O sea: quién ejerce la función materna y la paterna.

Función materna y función paterna no se reparten necesariamente entre papá biológico y mamá biológica.
Pero tampoco necesariamente entre hombre y mujer.
Ni siquiera se reparten entre "vos que te ocupás de una función y yo que me ocupo de la otra".

La "x", el agente que la ejecuta cada vez, puede variar. Más aún: muchas veces es la misma persona la que pasa de la una a la otra en instantes. Lo que está claro es que esas funciones no se ejercen sin deseo. No hay modo de ejcutarlas por un asunto meramente de voluntad.




3- Hay amores que matan

"Sos LO MÁS" bien puede ser "sos LO MÁS bello que me pasó en la vida", como también "sos LO MÁS pelotudo que hay". No idealicemos la función. No podría detenerme ahora en otro cliché, pero vale nombrarlo: "ay, pobre chico, las huellas que le quedarán si le toca en suerte el "sos lo más pelotudo que hay"". No es tan lineal la cosa.

Lo que sí necesitamos precisar es que "ser deseado" no es positivo ni negativo per sé, sólo significa que no le soy indiferente al otro (aún en el caso de la función paterna y su "sos uno más"). Habrá quien suspire al leer esto y piense "¡cómo hubiera querido que Fulano me hubiera deseado". Y también quien esté pensando "¡cómo hubiera querido pasar desapercibido a los ojos de Mengano!".

El deseo y el amor en sí mismos no nos dicen nada sobre los efectos que pueden producir en una relación (otra vez: no idealicemos estos términos per sé). Lo que sí nos dicen es que sin ellos no hay "función en actividad".



4- Amar es dar lo que no se tiene

¿Cómo podría darse algo que no se tiene?. "Dar lo que no se tiene" dije, y no: "dar hasta lo que no tengo". Esta última frase es la que dice alguien que siente que gobierna lo que da, que puede decidir sobre eso.

El amor no se decide. Más: no se gobierna. Los "resortes" que hacen que amemos y dejemos de amar no son gobernables. Claro que hay modos que ayudan a robustecerlo o a secarlo, pero su origen, la chispa que lo enciende, no es más que un "no sé qué " que nos toca (y que luego de que nos ha tocado, explicamos como podemos). Ese "no sé qué" no es sin sentirnos amados por el otro. Pero como ese amor del otro tampoco es gobernable por él, sucede o no sucede, todo lo que podemos decir es de dónde no se puede esperar amor: de donde el milagro no sucede. Y eso sólo se sabe vez por vez e in situ. Quien haya amado y sufrido por amor, sabe de qué hablo.



5- El país de las últimas cosas

El deseo por un hombre o por una mujer tampoco se digita ni se promueve. El padre puede pararse ante el niño a "modelar" y toser-bien-bien-como-macho y el niño hacer de eso un "cómo me gustaría acceder a una mujer a la que toserle así". O bien: "cómo me gustaría tener un hombre que me tosa así a la hora del deseo". O bien: "oia... papá se está haciendo el payaso", para volver a sus asuntos de niño que mucho tiempo no le dejan para ocuparse de esos estofados en los que a veces nos agitamos los papás y las mamás, biológicos o no.

El esquema "le-pongo-un-hombre-adelante-y-el-niño-pasa-a-desear-como-ese-hombre" es tan pregnante como simplista. En el fondo, permítanme una vez más el trazo grueso, se sostiene sobre la misma idea de "le-pongo-un-pato-adelante-y-sale-haciendo-cuac". Otra vez: el deseo tiene resortes de los que sólo se puede decir algo una vez que ya está instalado, sucediendo. No hay manual que lo anticipe.

En el planteo de la procreación, que tanto se ha escuchado blandir en estos días respecto de la continuación de la especie y la función del matrimonio, hay un fantasma sucediendo: "si facilitamos la adopción de niños por parejas del mismo sexo esos hijos saldrán con deseo por personas de su propio sexo... luego: el final de la especie". La idea se sostiene en esta otra: "si mis padres desearon así, yo desearé así"... Pero, ¿han oído alguna vez de hijos que desean "llevándole la contra" a los padres?.

Queda claro que en la pregunta digo "de hijos que" y no "todos los hijos hacen lo mismo". Tampoco digo allí que el deseo se confunda con un copiar a los padres (ya fuere en su versión "continuista" u "opositora"). El asunto del deseo es mucho más sutil y complejo, Pero creo que alcanza con la pregunta que contrapuse para saber que a la hora del deseo los vientos soplan en direcciones impredecibles. Y de eso viven todas las historias de amor y de desamor.




Tres sugerencias y un hermano.


Las sugerencias de tres películas:

- "Con las mejores intenciones" de Bille Auguste (verán allí como el camino del infierno está tachonado de buenas intenciones)

- "¿Qué hora es?" de Ettore Scola (verán allí como no hay relación entre lo que un padre da y lo que hijo toma, si gustan paren la oreja al "Islandia" que aparece en la escena del bar de pescadores)

- "Luces de la ciudad" de Chaplin (en particular por su magnífico final, que me parece está hecho de la materia misma del amor: hay un instante donde cada espectador tocado por el punto final significará las cosas de un modo o acaso muy de otro; confío en que al verla les resonará algo de aquello de que "amar es dar lo que no se tiene")


El punto conclusivo es con un hermano no biológico:





Lic Guillermo Cabado





3 comentarios:

  1. ¿Y ahora cómo hago yo para agradecerte esto, hermano no biológico?
    Tengo muy presente "Luces de la ciudad", que volví a ver hace unos meses... y es así, sentí así. Un fuerte abrazo
    Raúl

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  2. Gracias Guille, por las palabras que crean espacio en donde poder dejar caer....CRÑS

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  3. Excelente nota, me tomo la libertad de compartirla!

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