lunes, 24 de enero de 2011



Lo saludable, según el psicoanálisis



Para año nuevo escribí un breve relato, "Traumatología", acerca de una médica que se convirtiera en "carterista" (1).

Tenía un detrás de escena que quisiera ahora compartirles...

(obra de Shazia Sikander, citada en el relato referido)


Por una parte un colega, Fabián Ortiz, que conduce junto a Daniel Cañero el programa radial "Hablamos" en Barcelona (2), cuestionó en el muro de Facebook de su programa el uso que esta publicidad española hiciera de la famosa idea freudiana vinculada con la cura psicoanalítica...




Por otra parte, eso a su vez me recordó este pasaje de la clase de apertura de Lacan de su seminario VIII. A la vez que lo cito me
gustará intercalar algunas referencias al cuento "Traumatología" a fin de hacer resonar una lectura posible sobre el planteo con el que Lacan aborda, leyendo a Freud, qué es aquello saludable a lo que un psicoanálisis apunta (como siempre, el subrayado es mío) (3):

"Uno debe preguntarse por qué medios operar ho­nes­ta­men­te con el de­­seo. Es decir ― ¿cómo preservar el deseo en el acto, la re­la­ción del deseo con el ac­­­to? . El deseo encuentra ordinariamente en el ac­to más bien su colapso que su reali­za­ción, y, a lo mejor, el acto no pre­senta al deseo más que su hazaña, su gesta he­roica"

En el relato "Traumatología" podemos ubicar un acto colapsando al deseo: en el punto en el que la paciente deja la medicina para dedicarse a la venta de carteras, sostenida en la certeza de que "esto es mi deseo".
Por cierto ese acto, que incluía la ruptura tanto respecto de lo que la paciente ubicaba como el deseo de su padre ("que ella fuera médica") como con el qué dirán de su entorno social ("¡cómo una médica se va a rebajar a vendedora!"), presentaba, a su sentimiento deseante, una auténtica gesta heroica.
"Presentársela a su deseo" implica decir que esa paciente en todo ese tiempo de análisis intentó sin éxito nombrar su deseo (cosa que sí lograba con relación a su malestar) y que finalmente con esa gesta consiguió decirse "¿ves?, he aquí tu deseo". A este cese del deslizamiento metonímico que es propio no del deseo sino de la relación neurótica con el deseo, sumémosle cierta idea deformada de lo que se piensa que es un psicoanálisis (y que a esta paciente la acompañaba en su imposibilidad de detenerse a escuchar ciertas preguntas que el analista le venía haciendo): "romper con los mandatos paternos", "liberarse de la alienación al otro", "no seguir a la manada", etc... En fin, todas versiones de lo que Lacan en el seminario VII criticó como "la pastoral psicoanalítica". Ideas que, por otra parte, los psicoanalistas muchas veces abonamos.
Sigue Lacan:

"¿Cómo pre­ser­var, digo, del deseo con ese acto, lo que se puede llamar una re­la­­ción sim­ple, o saludable?.
No mastiquemos las palabras de lo que quiere decir saludable en el sentido de la experiencia freudiana. Eso quiere decir des­em­ba­ra­za­do, tan desembarazado co­­mo sea posible, de esa infección que es pa­ra nosotros ― pero no solamente para no­­so­­­tros, para todos desde siem­pre, desde que se abren a la reflexión ética ― el fon­do bu­­llente de todo establecimiento social como tal".

Precisamente: mantener al deseo desembarazado del fondo bullente de todo establecimiento social como tal no quiere decir "llevarle la contra a lo que se cocina en la espesa olla de la sociedad y sus mandatos". Porque llevarle la contra no sería más que la otra cara de la misma moneda: "ah, ¿vos querés que sea médica?... muy bien, entonces seré lo opuesto".
Allí, "vendedora de carteras" no es mejor ni peor que "médica". Ninguna tabla comparativa en términos del "para todos" tiene lugar en esto. Allí, "vendedora de carteras" resultaba ser, por vías de oponerse, un modo de seguir sujetada a la significación que para ella tenía "medicina". Significación que no tenía fuerza por vaya a saber qué responsabilidad del padre de carne y hueso, sino por el uso inconciente que de "medicina" hacía la propia paciente.
El relato "Traumatología" concluye en el punto en que ante la pregunta del analista, "¿a cuál medicina?", ella responde interrogándose: "¿habrá otra?". El despliegue de la paciente en sesiones posteriores, de esa pregunta con la que se cortara aquella sesión, la llevaría más tarde a escucharse decir y descubrir que ella hasta ahora no había practicado "medicina" sino "medicina paterna". Así, aquel impulso de robar, que en su sesión de análisis a ella le salió llamar con "carterista" y que tanto la sorprendió por sus resonancias con "carteras", se volvió un enigma, un tajo, un puro corte en todo lo redondito que ya tenía entendido de su gesta heroica...
Ese tajo, ese corte significante en el que se convirtió "carterista", le permitió desplegar una serie de cuestiones en las que no se había podido detener a escucharse: no se trataba ni de lo que todos entendemos por "ser médica" o "ser vendedora de carteras". Se trataba de cierta inminencia de una revelación, que no termina de producirse y a su vez le concierne, sobre lo que en ella en esa trama se agitaba.
Eso, y no a la concreción de un anhelo, es a lo que Lacan se refiere cuando al inicio del pasaje citado habla de realización de deseo: ese "no sé qué" tan propio de esta paciente se pudo circunscribir finalmente.
Luego, un día, se sorprendió teniendo otro sentimiento al practicar otra vez la medicina. Ahora "la profesión", inadvertidamente, había dejado de ser el campo de batalla donde peleaba con su papá, convidado de piedra en las dificultades de ella con su propio deseo.

Lic. Guillermo Cabado




(1) Para leer el relato "Traumatología": http://rumorosa.blogspot.com/2010/12/cuento-de-fin-de-ano-traumatologia-l-o.html

(2) Para escuchar "Hablamos" por la WEB, todos los jueves a las 22hs de Barcelona en: http://www.radiokanalbarcelona.com/

(3) El pasaje citado del seminario VIII de Lacan corresponde al texto establecido por Ricardo Rodríguez Ponte para circulación interna de la EFBA







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