miércoles, 5 de junio de 2013



LO QUE EL PROPIO ANÁLISIS "NON DA"
LA TEORÍA "NON PRESTA"

O DE CÓMO La JEFA DE CÁTEDRA LACANIANA
NO QUEDA EXENTA DE UNA VERDAD QUE A TODOS NOS TOCA...




NO ME DIGAS CUÁNTO SABÉS. 
DECIME EN QUÉ MODIFICÓ TU PRÁCTICA



No importa su nombre, porque se trata de un problema que a todos nos toca.

Importa sí su posición en el ámbito psicoanalítico, porque este comentario, lejos de invitar a pensamientos como el que le escuché a un interlocutor hace unos días ("uy, si le pasa a ella, que tanto sabe, ¿qué puede esperarse de mí que estoy a años luz de su saber?"), apunta a preguntarse si el "saber hacer" del analista bebe del "saber académico" y de "la inteligencia".

Leo en un reportaje hecho a una de las profesoras de teoría lacaniana con más y bien ganado prestigio de nuestro medio: los psicoanalistas debieran tener ciertos conocimientos de medicina, ¡no puede ser que no sepan diferenciar un ataque epiléptico de un ataque histérico!.


Ella es jefa de cátedra. Enseña, entre tantas otras cuestiones, los asuntos que en la teoría de Lacan tendrían como consecuencia un cambio en el modo de pensar lo que es el corazón del psicoanálisis, la transferencia: el significante, la letra, el objeto, el sujeto supuesto saber.

Pero a ella le sucede lo que a todo mortal: mucho antes de abrir el primer libro de Freud o de Lacan, cada quien ya tiene una "teoría silvestre previa" respecto de lo que es el malestar psíquico y de qué sería curarlo. Teoría, conjunto de pre-juicios, llámese como se guste, solemos no estar advertidos de su presencia.

Como sea, no será sin ella que cada quien se acerque a la doctrina psicoanalítica hasta acaso ser capaz de absorver las obras completas de todos los maestros. Pero...

...si no hubo logrado detectar y poner en cuestión su teoría silvestre previa, 
no hay dudas de que "a la hora de los bifes", 
a la hora de intervenir en un tratamiento, 
lo hará comandado por esa teoría 
y no con la lógica de lo que ha leído, e incluso enseñado. 
Doy fe.


LA PERSISTENCIA DE LA MEMORIA
(una de cuadros) 

Obsérvese:

si algo se extrae como consecuencia de la doctrina de la transferencia en Lacan es que para pensar en una posición subjetiva, histeria por ejemplo, es necesario leer esa posición en el lazo transferencial y no en fenómenos de comportamiento. Eso que algunos nombran de un modo tajante, que diferencia la práctica analítica de otras (sin por ello caer en la torpeza de postular a una mejor que otra): el diagnóstico se hace en transferencia. 

Y eso va de la mano de que el sujeto y el saber de los que habla Lacan en el algoritmo de la transferencia son sub-puestos al significante (1)

Y sólo hay significante gracias a un acontecimiento que nada tiene que ver con la lectura de signos provenientes de alguien que "es" ("es histérico", "es obsesivo"...). La transferencia no es un "reproducir ahora con el analista lo que de antemano ya se es", analista que aprovecha y entonces lee sus signos y diagnostica. 

El psicoanálisis sucede gracias al análisis de la transferencia y no al análisis de "los modos de comportarse en la vida, descubiertos gracias a que ahora suceden en el presente del consultorio" (lo que suele conocerse como análisis de cuadros).


Luego, sea que el paciente nos hable de un ataque padecido o que el ataque le suceda en el instante en que está con nosotros, ante la disyuntiva de "histeria o epilepsia", una de dos:

#) o creemos que hay algo para leer en un "ataque" 
(y no en lo que dice sobre el ataque + lo que le causa lo que dice + lo que hace con lo que nos dice sobre el ataque) (2),
y por tanto como lector, de hecho y de derecho, 
no nos posicionamos como psicoanalista por más doctorados que tengamos 
(en tanto nos proponemos una lectura de signos y no una lectura de la letra)

#) o le preguntamos si consultó a un médico por lo sucedido. Y, si acaso sucediera el ataque en el instante mismo en que está con nosotros, ¡nos dejamos de joder y llamamos a una ambulancia!.


"El psicoanálisis no tiene sino un medium: la palabra del paciente. La evidencia del hecho no excusa que se le desatienda". Lo decía Lacan al comienzo de todo, en "Función y campo..." en 1953. Y eso nunca cambió. Tamaña limitación es lo que le da al psicoanálisis su humilde posibilidad.

Nadie está exento de la persistencia de su propia "teoría silvestre previa" sobre lo que es psicoanalizar. Lo que está claro es que ante ella, Salamanca no tiene chances si el propio análisis no la ha llegado a interrogar. Interrogar con el peso que tienen las únicas preguntas que cuentan: las que vienen de las tripas, no las retóricas.

Lic Guillermo Cabado


(1) Es interesante que en uno de sus valiosísimos libros esta jefa de cátedra haya escrito "sujeto supuesto al saber". Sobre estas cuestiones de la sub posición de sujeto y saber al significante, con todas las consecuencias que eso tiene, sugiero el capítulo 14 del libro de Jean Allouch "Marguerite o la Aimée de Lacan": "La transferencia psicótica". Así como el seminario sobre la transferencia que dictara en 1998 Ricardo Rodríguez Ponte (supongo que debe haber copia en la biblioteca de la EFBA).

(2) Ese "lo que hace con lo que nos dice" conviene ponerlo a dialogar con estas dos precisiones extraídas de un viejo libro que vengo recomendando calurosamente, al punto de proponer grupo de estudio para abordarlo, "Letra por letra" de Allouch: "el agieren es lo que, del campo del hacer (die Tat) se encuentra determinado por el fracaso de la rememoración" y un poco después en relación a esto mismo: "yo nombro a esto el poner de relieve de la transferencia, que dicho en francés, le monter en épingle du transfert, connota además lo que tiene de engarzamiento, como el de una piedra preciosa en un alfiler de corbata (no perder de vista en esto la cuestión del agalma, me permito agregar yo) (...) una retoma de esta necesidad muchas veces destacada por Freud con la afirmación de que "nadie puede ser tué, matado (que se debe escribir igualmente tu es, tú eres) in absentia aut in effigie". (pag 233 y 238 respectivamente del citado libro)

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